Ejercicio…¿bueno o malo?

A petición de una de nuestras seguidoras, quiero inaugurar este blog con un tema que, ahora que empieza el buen tiempo y la «operación bikini» debería llegar a su fin, igual nos interesa a todos: el ejercicio…¿es bueno o malo para nuestro sistema inmunitario?

«¡Bah, que fácil, pues bueno!», podréis pensar algunos. Pues os decimos que tenéis razón…y que no. Depende de la cantidad de ejercicio físico del que estemos hablando. Claro, definir qué es mucho y qué es poco tampoco es tarea sencilla, pero los investigadores que se mueven en este campo suelen hablar de mucho cuando el entrenamiento dura más de 1.5h sin una buena capacidad de recuperarse o entrenamientos de alto nivel (por ejemplo, correr una maratón o la mayoría de atletas de élite). El resto, o bien se mete dentro del ámbito del sedentarismo (no hacer nada) o del ejercicio bueno, ese que escuchamos a menudo y que consiste en darse un paseo por el río o la playa (o donde uno quiera), ir a nadar un rato, pasear con la bici…etc.

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Montar en bici, nadar…los beneficios en el sistema inmunitario dependen de la intensidad con la que se realicen.

En este caso particular, y en función del tipo de ejercicio que realicemos, nuestras células guerreras estarán más o menos contentas, y esto se traducirá en una capacidad distinta a sufrir infecciones como resfriados o gripe (del tracto respiratorio alto). Casualmente, esto es un fenómeno muy conocido y que recibe el nombre de «curva en J«. Si representamos la probabilidad de «coger algo» en función del ejercicio que hagamos, nos quedaría una cosa como esta:

Curva en J
«La curva en J» nos permite ver, a la izquierda, las probabilidades de adquirir una infección respiratoria en función de la cantidad de ejercicio que hagamos (abajo)

Bueno, y la pregunta del millón, ¿porqué ocurre esto? Dentro de nuestras células guerreras podemos encontrar a los llamados linfocitos T (de los que hablaremos con más detalle en la próxima entrada). Los que nos interesan hoy son los «ayudadores», que pueden ser Th1 o Th2. Los primeros son los encargados de generar respuestas inflamatorias y evitar que los invasores campen a sus anchas; por el contrario, los segundos funcionan un poco como «controladores» de los primeros e intentan suprimir un poco la respuesta inflamatoria para evitar que la cosa se descontrole.

Parece ser que el ejercicio moderado «actúa un poco» sobre el fino equilibrio Th1/Th2. Muy poco, lo justo para evitar que nos infectemos, si nos comparamos con el grupo de sedentarios. Por el contrario, el ejercicio intenso, aquel que realizan los atletas, «actúa mucho» sobre este equilibrio, favoreciendo una respuesta masiva Th2 que, en último termino, crea un ambiente de supresión del sistema inmunitario.

Otro dato a tener en cuenta es que todos aquellos practicantes de ejercicio intenso también producen mayores cantidades de hormonas «estresantes», como el cortisol o la epinefrina. Ambas moléculas son bien conocidas por inhibir a las células de nuestro ejército interior. En principio, si nos decantamos por un paseito tranquilo, estas moléculas no estarán presentes, mejorando nuestro sistema inmunitario.

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El estrés también incrementa la producción de cortisol, que a su vez inhibe la respuesta inmunitaria. ¿Ejercicio intenso y estrés…es lo mismo?

En resumen, si nos decantamos por unos minutos de esparcimiento en la playa, en la montaña, en el parque…nuestras células guerreras se pondrán contentas y tendremos menos probabilidad de coger algún resfriado, típico de estas fechas, o infección que involucre las vías superiores; si, por el contrario, nuestro ejercicio es demasiado intenso, nuestro organismo generará unas señales que, en último término, generarán una supresión transitoria de nuestra capacidad de defensa que incrementará las probabilidades de «pillar algo». No solo eso. Si esto ocurriera, los síntomas parece ser que durarán más…

Pero me gustaría lanzar un último mensaje: si bien esta «inmunosupresión» de los deportistas de élite les hace susceptibles de tener más infecciones como resfriados o gripe, parece ser que, justo por eso, también tendrían menos probabilidades de desarrollar enfermedades ligadas con inflamación.

Así que, mensaje para casa: si queremos que nuestro ejército esté listo para la batalla, hagamos ejercicio moderado. 

Más info:

Artículo del New York Times

Artículo en Harvard

Otros recursos en la red

 

Autor: JesusBTC

Cuando estaba terminando mis estudios de Licenciatura en Biotecnología en la Universidad de León descubrí que había algo que me apasionaba más, si cabía, que la propia ciencia: ¡la inmunología! Desde entonces, y tras especializarme en esta fascinante rama de la ciencia por la Universidad de Madrid, no he parado de investigar sobre cómo ese enorme ejército que todos tenemos es capaz de influenciar prácticamente todo lo que nos rodea. Tras terminar mis estudios de doctorado en la Universidad de Wurzburgo (Alemania), actualmente trabajo en el Instituto de Biología Molecular de Maguncia (Alemania), donde compagino con labores de divulgación a través del Blog "Immunonews: ¡El blog guerrero!" y la Sociedad Española de Inmunología.

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