La incansable lucha frente al VIH…¿cuando encontraremos una cura o habrá una vacuna frente al virus?

Cuando se pregunta en la calle sobre inmunología o sistema inmunitario, una de las cosas más curiosas es que los términos «VIH» y «SIDA» suelen ser recurrentes en bastantes personas. Aunque a veces se usen como sinónimos, en realidad no lo son. Pero vamos, como siempre, por partes, contando una historia apasionante sobre cómo un virus es capaz de poner en tantos apuros a un ejército inmunitario, a priori, mucho más potente que él. ¿Qué significa todo esto de VIH y SIDA? ¿por qué, con todos los avances que se han producido desde su descubrimiento, no tenemos ni una cura disponible, ni siquiera una vacuna? ¡Dentro entrada!

Lo primero es lo primero: VIH y SIDA no son términos intercambiables.

Como mencionaba al principio, hay dos términos que no debemos confundir. Uno de ellos es VIH, o virus de la inmunodeficiencia humana, mientras que otro es SIDA o síndrome de inmunodeficiencia adquirida. La propia definición ya nos indica que uno es el responsable de promover todo el «jaleo» (el VIH), mientras que el SIDA es la manifestación de la infección (si la dejamos sin tratamiento). Tener en mente estas diferencias es muy, muy importante, puesto que tener VIH no quiere decir que tengamos que tener SIDA. Y no solo porque existan tratamientos muy eficaces que impiden que se pase a dicha fase, sino porque hay un grupo muy particular de personas cuyos ejércitos inmunitarios son capaces de ponerle freno al virus…sin tratamiento. Los controladores de élite, se llaman. Os hablaré de ellos un poquito más adelante. ¡No te vayas todavía!

La compleja relación entre el VIH y nuestro ejército.

Desde que registró la primera infección en humanos, la enfermedad se ha convertido en una pandemia global que afecta sobretodo a los países africanos y que se ha cobrado la vida de más de 20 millones de personas. Por aquel entonces, el optimismo en torno a encontrar una vacuna pronto era muy alto pero, como todos sabemos, esto no ha sido posible.

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Los misiles teledirigidos, o anticuerpos, son las armas de largo alcance con las que cuenta nuestro ejército de células. Fuente

Cuando el virus entra en nuestro organismo, busca incansablemente a uno de nuestros guerreros más importantes: los guerreros del bando de refuerzo (los soldados T CD4+), encargados de ayudar a otros soldados a montar una respuesta adecuada frente a los invasores. Para que ocurra la infección, muchos de los virus también requieren de la presencia de una segunda «cerradura» en estos soldados, la conocida como CCR5.

Es importante mencionar que el virus que entra es un virus inicial y será el que nuestro ejército intente destruir por todos los medios a través de las diversas posibilidades con las que cuenta.Por ejemplo, se pueden producir misiles teledirigidos que eviten que los virus puedan circular libremente por ahí y se pongan a infectar como locos todo lo que pillen. Es más, la presencia de este tipo de anticuerpos permite diagnosticar si la persona está infectada por el virus, o no.

Estos misiles se unen a los virus iniciales e impiden que se unan a los soldados T CD4+, intentado evitar así la infección. Sin embargo, es un proceso lento y muchos de los virus iniciales ya han entrado previamente en las células y han comenzado su guerra particular, dividiéndose descontroladamente y generando nuevos virus hijos, parcialmente distintos a sus progenitores y haciendo que ahora, en nuestro organismo, no solo tengamos virus iniciales, sino también virus hijo 1, virus hijo 2…Como os podéis imaginar, estos virus hijos volverán a dividirse y generar más y más hijos distintos que, como puntilla final, generará en un batiburrillo de virus que en nada se parece a ese virus inicial para el que nuestro ejército se estaba preparando.

Así, las personas infectadas con un virus inicial portan en su sangre muchos tipos distintos con el paso del tiempo. Esto provoca que los misiles teledirigidos creados por nuestro ejército ya no valgan y se tengan que generar otros…pero nunca es suficiente. ¿Y qué pasa entonces? Pues que los pobres soldados T del bando de refuerzo comenzarán a morir, impidiendo que nuestro ejército pueda funcionar de forma adecuada y haciendo a nuestro organismo mucho más susceptible a la invasión por ciertos enemigos oportunistas, algunos tumores…vaya, lo que viene siendo la manifestación del SIDA.

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En rojo, partículas de VIH saliendo de celulas infectadas (en este caso células cultivadas). Seguro que muchas de estas partículas serán «virus hijos», muy distintos a sus padres…Fuente

Existe un grupo de personas, conocidas como controladores de élite, que son resistentes a la infección por VIH. Entre ellos, esto se debe, por ejemplo, a que los guerreros de su ejército inmunitario no presentan la cerradura CCR5, ya que portan una mutación conocida como delta-32. Aunque existen algunos virus del VIH que no usan CCR5, y que no os cuento en esta entrada por no hacerla demasiado larga, la mayoría sí que lo usan. Por lo tanto, si no lo tenemos…pues no habrá infección. Precisamente, y si habéis oído hablar del paciente de Berlín y el paciente de Londres, dos casos en los que se ha producido una cura funcional del VIH (es decir, no hay ni rastro en su organismo pese a haber suspendido la terapia antirretroviral), la cura se consiguió precisamente por haber recibido un trasplante con una mutación delta-32. En efecto, ambas personas, además de estar infectadas por VIH, también desarrollaron un cáncer. Para tratarlo, se les decidió borrar su ejército interior y sustituirlo por el de un donante que tenía la citada mutación. Al haber eliminado su ejército, todos los virus desaparecieron y, si alguno quedó por ahí perdido, no pudo volver a infectar nada porque CCR5 no estaba presente.

La introducción de la llamada terapia antirretroviral ha sido uno de los mayores éxitos en la historia del VIH, se trata de una terapia de por vida, costosa y que, además, no está exenta de efectos secundarios. ¿Por qué de por vida? Os podéis preguntar. Pues simple: a pesar de que las terapias evitan que los virus se dividan, existen muchos que «juegan al escondite» y se esconden en los llamados «reservorios», que son zonas donde los virus están presentes, independientemente de las terapias utilizadas. Cuando se elimina el tratamiento, estos virus «se despiertan» y comienzan a proliferar.

Uno de los retos que tenemos ahora es, por lo tanto, desarrollar nuevos tratamientos que eviten el uso crónico de estas terapias pero que, además, arrojen los mismos beneficios. Algo que no es fácil.

Como hemos mencionado, el VIH inicial no es el único que se encuentra en el organismo tras la infección. Tenemos el tipo 1, el tipo 2, el tipo 3…etc. Esto ha sido uno de los problemas principales con los que los investigadores se han encontrado para el desarrollo de una vacuna que prevenga la infección. ¿Qué vacuna desarrollamos? ¿La que actúe contra el tipo 2 del paciente A? ¿O la del tipo 2 del paciente E?

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La inmunoterapia es una terapia en auge que promete revolucionar el tratamiento de muchas patologías, incluida la infección por el VIH. Fuente.

Autor: JesusBTC

Cuando estaba terminando mis estudios de Licenciatura en Biotecnología en la Universidad de León descubrí que había algo que me apasionaba más, si cabía, que la propia ciencia: ¡la inmunología! Desde entonces, y tras especializarme en esta fascinante rama de la ciencia por la Universidad de Madrid, no he parado de investigar sobre cómo ese enorme ejército que todos tenemos es capaz de influenciar prácticamente todo lo que nos rodea. Tras terminar mis estudios de doctorado en la Universidad de Wurzburgo (Alemania), actualmente trabajo en el Instituto de Biología Molecular de Maguncia (Alemania), donde compagino con labores de divulgación a través del Blog "Immunonews: ¡El blog guerrero!" y la Sociedad Española de Inmunología.

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