Cuando tu organismo es el campo de batalla y tú eres el enemigo: trasplante y la enfermedad injerto contra huésped:

El título que he elegido para la entrada de hoy puede sonar más bélico de lo normal, pero no estoy exagerando. Hoy trataré de un fenómeno por el cual, por una vez, nos convertimos en los invasores para nuestro sistema inmunitario. Somos las bacterias o virus «malos» que entran, y tenemos que ser eliminados.

Como ya mencionamos una vez en nuestro artículo sobre vacunas, o incluso cuando os presentaba a las células dendríticas, las «une-mundos», la presentación de antígeno es un proceso clave en nuestro sistema inmunitario. Esas manos presentadoras de las que hablaba, que permitían que los soldados T vieran la amenaza, en realidad se conocen como moléculas HLA y son únicas en cada persona. Es como el carné de identidad de nuestras células y, por tanto, cada uno de nosotros tenemos uno diferente. Sólo podría darse un caso en el que estas manos sean iguales: que contemos con un hermano gemelo. Y, siendo sinceros, no es algo que ocurra muy a menudo.

Algunas condiciones médicas, como algunos tipos de leucemias o el fallo de ciertos órganos, requieren realizar un trasplante. Por lo tanto, necesitamos que una persona sana (el donante), nos proporcione algún tejido a nosotros, los receptores (pacientes). Imagínate ahora que eres una célula de la piel, con tu carné de identidad (molécula HLA) en orden y qué estás protegiendo al cuerpo de las agresiones externas. De repente, uno de nuestros linfocitos T pasa por tu lado y te exige el documento. Muy tranquilamente se lo darás, pasarás la prueba y el linfocito T seguirá su camino.

organ transplant
Como vemos en la imagen, los linfocitos T intentarán, por todos los medios, «desenmascarar» a los «órganos invasores», por lo que las células trasplantadas no podrán inventarse ninguna excusa…Fuente

Vayamos ahora a otro escenario. Hemos sufrido una enfermedad en el riñón que nos ha obligado a recibir uno de otra persona. Seamos ahora una célula de este riñón nuevo, del donante, con nuestro carné de identidad del mismo, y que no está registrado en la base de datos de nuestro ejército interior. De repente, viene un linfocito T, y nos exige la documentación. Muy tranquilamente se la enseñamos, pero no está conforme. Y se cabrea. Los linfocitos T no preguntan muchas veces, ya que tienen mucho trabajo por delante, por lo que acto seguido nos cataloga como intruso, da la voz de alarma y se monta una batalla de las buenas. Acaba de comenzar una respuesta de rechazo a un trasplante. 

Pongamos ahora otro caso, algo más grave. Hemos desarrollado una leucemia, lo que impide que se generen correctamente las células que circulan por nuestra sangre, incluyendo a nuestros guerreros del sistema inmunitario. Se nos plantea entonces la posibilidad de destruir nuestra incubadora, lugar donde este proceso tiene lugar, y recibir otra de un donante. E imaginemos por un momento que este trasplante tiene lugar. Pongámonos ahora en el papel de estas células donantes. Todas ellas cuentan con una base de datos en la que se encuentran todos los documentos de identidad del donante A. Pero ahora están en el receptor B. Y comienzan a patrullar. Van órgano por órgano, tejido por tejido, por todos los rincones del nuestro organismo. Allá donde pregunten, el carné de identidad que les van a mostrar no va a estar en su base de datos, por lo que inmediatamente dan todas las alarmas y comienza un proceso bastante grave: la llamada enfermedad injerto contra huésped, esto es, los receptores se convierten en los temidos «invasores», y el sistema inmunitario del donante va a intentar acabar con nosotros por todos los medios.

¿Os podéis imaginar que ocurre a continuación? Una verdadera catástrofe, cuya gravedad vendrá determinara por el grado de emparejamiento inicial que tanto el donante como el receptor tuvieran. El ataque de ese ejército de células nueva al organismo del receptor puede provocar daños en órganos tan importantes como el hígado, los riñones o los pulmones, con las consecuencias que ésto puede traer consigo.

050a629b2998a0d9cce40fee35aadc7d
En las leucemias, las células productoras de células sanguíneas «fallan» y no generan células normales que cumplan con sus funciones. Fuente

Es por ello que cuanto mayor sea el grado de igualdad entre los carné de identidad de los donantes y los receptores, menor será la probabilidad de que se produzca una «guerra corporal». El caso ideal es el que mencionábamos al comienzo de esta entrada: que un receptor recibe un trasplante de su hermano gemelo. En ambos casos, los carnés de identidad son iguales y no habrá ningún problema.

Aunque no lo parezca, encontrar donantes y receptores compatibles para HLA es un proceso realmente complejo. Y esto es así porque cada uno de nosotros contamos con una combinación diferente y única, algo que, a pesar de que nos pueda parecer negativo, es beneficioso para la supervivencia de la especie. Por esta razón, las campañas de donación de médula ósea son de vital importancia, ya que se requiere una enorme cantidad de donantes para que, entre todos esos, solo unos cuantos tengan la posibilidad real de ser donantes y, por lo tanto, puedan ayudar a salva una vida, da igual en qué parte del mundo.

¿Queréis saber más sobre qué implica ser donante de médula ósea? No dejéis de visitar este enlace.

Autor: JesusBTC

Cuando estaba terminando mis estudios de Licenciatura en Biotecnología en la Universidad de León descubrí que había algo que me apasionaba más, si cabía, que la propia ciencia: ¡la inmunología! Desde entonces, y tras especializarme en esta fascinante rama de la ciencia por la Universidad de Madrid, no he parado de investigar sobre cómo ese enorme ejército que todos tenemos es capaz de influenciar prácticamente todo lo que nos rodea. Tras terminar mis estudios de doctorado en la Universidad de Wurzburgo (Alemania), actualmente trabajo en el Instituto de Biología Molecular de Maguncia (Alemania), donde compagino con labores de divulgación a través del Blog "Immunonews: ¡El blog guerrero!" y la Sociedad Española de Inmunología.

2 pensamientos

  1. Cual es tu opinión sobre las enfermedades autoinmunes en cuestión de tratamiento ya que aunque se sabe mucho y con el descubrimiento de los anticuerpos monoclonales, solo los reumatologos para tratarlas inmunodeprimen el sistema inmune que es muy inespecifico, por lo cual cuando cede el tratamiento un gran porcentaje de personas recaen, o les dan una dosis de mantenimiento con grandes efectos secundarios, gracias por tu respuesta.

  2. Hola Jose,

    A pesar de que las enfermedades autoinmunes se caracterizan por que el sistema inmunitario atacar «por error» a partes de nuestro organismo, el término engloba a un abanico muy grande de patologías con origen, sintomatología y tratamiento muy variado.

    Uno de los mayores problemas con los que nos enfrentamos es que, en la mayoría de los casos, se desconoce qué es lo que causa la enfermedad. Aún más, cuando ésta se desarrolla tampoco se conoce muy bien qué está pasando «ahí dentro» exactamente. Sí, sabemos que hay distintos guerreros atacando al tejido u órgano en cuestión pero desconocemos exactamente qué se está orquestando en esa batalla. Esta es la razón por la que, por mucho tiempo, el uso de los tratamientos de inmunosupresión (que, he de matizar, no es lo mismo que un anticuerpo monoclonal) han sido, y diría que es, una de las primeras líneas de ataque con la que los médicos y especialistas cuentan para aliviar los síntomas de pacientes afectados.

    Durante los últimos años, sin embargo, se ha producido un gran avance en el entendimiento de muchas enfermedades de origen autoinmune. Junto con el desarrollo de anticuerpos monoclonales, las terapias de inmunosupresión ya no son el único arma con el que los médicos y especialistas cuentan, sino que también existe otro arsenal que, a diferencia de los inmunosupresores, son mucho más específicos. Son las llamadas terapias biológicas. Un ejemplo muy claro de esto lo podrán decir los afectados por psoriasis, la cual hasta el momento pasaba principalmente por terapias inespecíficas al desconocerse qué es lo que estaba pasando en la piel (y por todo el organismo). Sin embargo, en los últimos años se ha descubierto que una señal que usan los guerreros, conocida como IL-23, está detrás del proceso de inflamación de la piel. Por ello, anticuerpos que están enfocados en aplacar esta IL-23, y no todo el ejército en general como haría un inmunosupresor, está demostrando unos resultados muy prometedores en pacientes (y te dejo aquí un estudio para que puedas leer al respecto: https://www.mdedge.com/cutis/article/130671/psoriasis/new-biologics-psoriasis-update-il-23-and-il-17-inhibitors).

    Estoy seguro de que existen otros ejemplos, como por ejemplo en el caso de la esclerosis múltiples (con terapias biológicas que prolongan el periodo entre brote en los pacientes, o incluso el uso de trasplantes de médula ósea para «resetear» el ejército del paciente, https://www.nationalmssociety.org/Research/Research-News-Progress/Stem-Cells-in-MS/Bone-Marrow-Stem-Cell-Transplant-%E2%80%93-HSCT), o incluso también en la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn, en las que las terapias anti-IL23 también están dando buenos resultados.

    ¿Qué pasa cuando estos tratamientos biológicos dejan de administrarse? Pues actualmente no se sabe a ciencia cierta, pero es muy probable que los síntomas puedan volver. Sin embargo, creo que es importante matizar algo aquí. Las enfermedades autoinmunes, en su mayoría y hoy por hoy, son patologías crónicas, es decir, de por vida. Contamos con remedios para aliviar los síntomas, que mejoran día a día y están enfocados a reducir los efectos secundarios (típicos de los tratamientos inmunosupresores a largo plazo) y a mejorar la calidad de vida del paciente (por ejemplo, mediante la aplicación de terapias biológicas en periodos de tiempo muy separados entre sí) aumentando el periodo entre brote y brote, para que de esta forma no se tenga que esperar a que aparezcan los síntomas.

    Pero, por desgracia, es importante no olvidar que no son tratamientos enfocados a eliminar la enfermedad, ya que, como decía al principio, no sabemos que causa estas patologías (más allá de la enfermedad celíaca, en la que la eliminación del gluten reduce drásticamente los síntomas).

    Así que resumiendo mi opinión, creo que el desarrollo de terapias biológicas para el tratamiento de las enfermedades autoinmunes va a suponer un cambio de paradigma en el manejo de las mismas, evitando tener que recibir terapias de inmunosupresión, salvo cuando sea necesaria, y mejorando la calidad de vida de los pacientes. Quien sabe, si pronto o en un futuro muy lejano, entenderemos las causas que promueven la aparición de estas enfermedades y, en vez de atajar sus síntomas, existan terapias que bloqueen precisamente su inicio.

    ¡Muchísimas gracias por tu comentario y por leer el blog! Me apasionan este tipo de preguntas y discusiones, así que encantado de haber dado mi opinión.

    Un cordial saludo,
    Jesús

Deja un comentario