Embarazo y sistema inmunitario. ¿Por qué nuestros guerreros «toleran» los fetos?

Es muy posible que lo primero que hayas pensado cuando has leído el título de esta entrada es: «¿pero a qué viene esto? ¿qué tendrá que ver el ejército inmunitario con el embarazo?». Permíteme que me explique muy rápidamente. Pongámonos en el caso de que alguien, por motivos muy variados, ha perdido un riñón y debe recibir uno nuevo, es decir, tiene que ser sometido a un trasplante de riñón. Ahora asumamos que ese órgano no viene de su hermano o hermana gemelo (que si no, pierde toda la gracia esta entrada), si no de cualquier otra persona. Estoy totalmente convencido de que, aparte de saber que un trasplante no es una cosa baladí, una palabra te esté rondando por tu cabeza: el rechazo. Es decir, que el ejército inmunitario de la persona cuyo riñón no funciona adecuadamente está viendo a ese otro riñón como algo extraño, algo que no debe de estar ahí. Es lógico. Las células obreras que componen el nuevo riñón no tienen los «carnés de identidad adecuados» para las que los guerreros del receptor habían sido entrenados. Así que…bueno, eso, que los guerreros hacen su trabajo y empiezan a destruir a las nuevas células del riñón, es decir, las empiezan a rechazar.

La unión de un espermatozoide con un óvulo da lugar a un proceso casi mágico para el que nuestros guerreros se han entrenado durante mucho tiempo. ¿O no? Fuente

Vale, vale, igual te estás preguntando todavía que a qué viene todo esto. Igual has comprobado que si el nuevo riñón es rechazado por el ejército inmunitario de la persona con problemas renales, es por que sus guerreros han visto cosas para los que no estaban acostumbrados. Y ahora ponte en esta otra situación. Una mujer, con sus compuestos para los que su ejército interior ha sido entrenado, se queda embarazada. El feto, en desarrollo, contendrá un 50% de compuestos idénticos a ella, o sea que, aquí sin problema. Sin embargo, el otro 50% de compuestos del feto son del padre. Ups. ¿No se parece esto a una especie de trasplante? La verdad es que si. Se parece, y muchísimo. Sin embargo, aquí estamos aún los humanos, vivitos y coleando, reproduciéndonos con mayor o menor éxito. Oye, ¿cómo es posible que nuestro ejército inmunitario nos impida recibir órganos de otras personas pero permita a una mujer quedarse embarada? ¡Que tipo de brujería es esta! Pues ahora si que si, te doy la bienvenida a una entrada más de Immunonews. Hoy, por qué nuestro ejército inmunitario tolera a un feto, pero no al órgano de otra persona. ¡Dentro entrada!

La placenta: el escudo protector

Una vez que el embrión (que surge tras la unión de un óvulo y un espermatozoide) se implanta en el útero, la cosa se empiezar a poner bien calentita desde un punto de vista guerrero. Así que las células del embrión, que desde su posición privilegiada estarían viendo la cantidad de guerreros que habría a su alrededor, decide cubrirse de un escudo protector muy conocido por todos nosotros: la placenta. Vale, sé que hace otras cosas muy importantes para el mantenimiento del propio embrión, pero las células obreras que componen este tejido, conocidas como trofoblastos, funcionan realmente como un escudo protector de alto nivel frente al posible ataque de los soldados de la madre, algunos de los cuales por aquel entonces ya se están acumulando en el lugar «para ver que pasa por ahí».

El feto en desarrollo, toda una prueba para los guerreros de la madre (y posiblemente para los suyos propios). Fuente.

Guerreros maternos: ¡manifestaos!

La decidua, que es la porción del útero que está en contacto con la placenta (recuerda, el escudo protector del embrión), está llenita de guerreros. Hay de muchos tipos, pero desde luego los más abundantes son las conocidas como células asesinas naturales uterinas, que representan hasta el 70% de todo lo que se cuece por ahí. Es probable que pienses que, por su nombre, deben ser unas aguerridas guerreras, pero tal y como ya os explicaba en esta otra entrada, su nombre solo es fiel para sus contrapartidas de la sangre, encargadas de destruir células rebeldes y otras historias. A ellas, desde luego, solo les ha servido para que su nombre cree un miedo irracional y sin sentido. De verdad, te recomiendo que leas la entrada sobre células asesinas naturales, ya que verás que las células NK del útero son, en serio, ¡un trozo de pan!

Vale, vale, lo sé. En esta imagen te estoy enseñando a una asesina natural «de verdad» (en rosa), atacando a una célula tumoral (amarillo), pero es que, en serio, no hay fotos de las dulces asesinas naturales…Fuente

Bueno, aparte de estas dulces NKs, el siguiente grupo de soldados con los que nos topamos son los macrófagos, esos que os decía que tenían funciones tan diversas como la limpieza, la protección o la lucha. Representando un nada despreciable 20%, su papel durante el embarazo, pues no se sabe demasiado bien cuál es. Uno podría especular que su función es muy variada, dada su propia naturaleza. Es decir, podría ayudar a remodelar la zona, a proteger al feto de posibles amenazas…todavía se está estudiando.

Finalmente, también es posible encontrar guerreros de otros tipos, como soldados T, guerreros unionistas (células dendríticas), o incluso guerreros productores de misiles teledirigidos (células B). El papel que juegan durante el embarazo es todavía algo polémico. Además, hablar de ellos en esta entrada la haría demasiado larga, así que quedate, por ahora, con las «dulces» NKs y los soldados T, que podrían ser los que jugaran algún papel cuando el embarazo no va demasiado bien, tal y como verás un poco más abajo.

Pero, ¿por qué narices se produce un embarazo y por contra se rechazan los órganos?

Lo sé, todo esto que he contado está muy bien, pero aún no te he explicado cómo es posible que los guerreros de una mujer permitan un embarazo, pero sin embargo no toleren un trasplante. Aún no sabemos exactamente todos los mecanismos que provocan esto, pero el ejército inmunitario de la madre, durante el embarazo, adquiere un estado de vigilancia mínima (ojo, solo hacia el feto) conocido como tolerancia. Gracias a este estado, los guerreros, al encontrarse con los compuestos del feto que provienen del padre, no se ponen como locos a montar una guerra, que sería lo lógico y esperable. Y aquí una curiosidad: este proceso de tolerancia, precisamente, parece ser el responsable de que aquellas mujeres afectadas por ciertas enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide o la esclerosis múltiple, vean mejoras muy significativas en sus síntomas durante los 9 meses que dure el embarazo.

Durante el embarazo, los síntomas de las enfermedades autoinmunes pueden mejorar en los 9 meses que dura el proceso. Luego, por desgracia, la cosa vuelve a su estado anterior. Fuente

En este juego de tolerancia intervienen muchos jugadores, pero sin duda alguna, parece que hay dos que se llevan todo el protagonismo: los ya mencionados trofoblastos y un tipo de soldado T conocido como soldado T regulador, de los que te hablo en esta otra entrada sobre como pararle los pies a otros soldados. Los primeros, que son el componente principal del escudo protector del feto, están especializados en mostrar una serie de señales que tienen como función pararle los pies a cualquier célula que esté por ahí. Esto es especialmente importante para algunas de las células asesinas naturales que, esta vez si, hagan honor a su nombre: al encontrarse con los trofoblastos, éstos les dirán: «¡Hello! Soy un futuro humano, así que aquí no hay nada que hacer. ¡Saludos!«. Y tal cual llegaron, las asesinas naturales se fueron.

Por otro lado, nos encontramos con los soldados T reguladores, que ya debes saber que son algo asi como los «policías de tráfico» del ejército inmunitario. Numerosos estudios han demostrado que el número de estos soldados aumenta tanto en la zona donde se está desarrollando el feto, como en la sangre de la madre, al menos durante los primeros estadíos del embarazo. Con el tiempo, y a medida que se acerca la hora de dar a luz, su numero empieza a disminuir.

Y he aquí que tenemos una respuesta sencilla a por qué el ejército inmunitario «tolera», o permite, que se produzca un embarazo.

¿Si fallan los guerreros, se producen abortos?

He dejado para el final una pregunta muy interesante y que, desgraciadamente por la extensión de esta entrada, solo voy a tratar muy de pasada (como siempre digo, si quieres que hable con más detalle, ¡házmelo saber en los comentarios!). Viendo todo este percal de tolerancia, guerreros por aquí, trofoblastos por allá, regulación por este otro lado…¿no es lógico pensar que si algo raro enturbia este proceso podría producirse el «rechazo» del embrión y, por ende, producir un aborto? Aunque la pregunta puede parecer muy lógica y sencilla de responder, la respuesta es mucho más compleja de lo que se piensa. Se han planteado algunos escenarios: por ejemplo, que las células asesinas «dulces», cuando no funcionan como deberían, no permitirían que los alrededores del feto se desarollen correctamente y se genere un problema conocido como preeclampsia, que podría desembocar en un aborto; también se ha sugerido que si las «dulces» se convierten en «agresivas», se podría producir el «rechazo» del feto; o bien que si el número de soldados T reguladores no es lo suficientemente alto, entonces el proceso no funciona como debería y, por tanto, el embarazo no llega a término. Sin embargo, todas estas teorías tienen un problema: los investigadores no saben si estos cambios son realmente la causa del aborto o bien son una consecuencia del mismo. En palabras fáciles: si ellos causan el aborto o si el aborto causa estos cambios. Son dos cosas muy distintas, desde luego, ya que si el cambio de estos guerreros es una consecuencia, entonces una eventual aproximación terapéutica no tendrá ningún beneficio. Algo así como tomarte una aspirina para tratar de recuperar la visión.

Las células de la madre pueden pasar al feto y ¡permanecer en la descendencia por hasta 27 años! Imagen modificada del artículo original de Nature.

Aparte de esto existen otras cosas mucho más interesantes en esta danza de guerreros de la madre y el feto en desarrollo, como por ejemplo la transferencia de células de la madre al feto, que pueden vivir en el organismo por más de 27 años (creando «quimeras» humanas), o bien células del feto que se van a la madre, y que podrían estar detrás del éxito aumentado en los segundos embarazos si los comparamos con los primeros…¡hay tantas cosas! Si quieres que haga una segunda parte, como digo, házmelo saber en los comentarios. ¡Nos leemos!

Si te quedas con ganas de más, estas son las fuentes que he usado para crear esta entrada:

Fuente 1, Fuente 2, Fuente 3, Fuente 4, Fuente 5 y Fuente 6

Autor: JesusBTC

Cuando estaba terminando mis estudios de Licenciatura en Biotecnología en la Universidad de León descubrí que había algo que me apasionaba más, si cabía, que la propia ciencia: ¡la inmunología! Desde entonces, y tras especializarme en esta fascinante rama de la ciencia por la Universidad de Madrid, no he parado de investigar sobre cómo ese enorme ejército que todos tenemos es capaz de influenciar prácticamente todo lo que nos rodea. Tras terminar mis estudios de doctorado en la Universidad de Wurzburgo (Alemania), actualmente trabajo en el Instituto de Biología Molecular de Maguncia (Alemania), donde compagino con labores de divulgación a través del Blog "Immunonews: ¡El blog guerrero!" y la Sociedad Española de Inmunología.

6 pensamientos

  1. Más, por favor!!! Me parece un tema súper interesante y desconocido dentro de la Inmunología y me encantaría leer una segunda parte 🙂

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